La historia del bicentenario de Santa Anita

Hombres rastrillando café en los patios de secado de la familia a principios del siglo XX en
San Francisco de Heredia. Lugar de nacimiento de la familia Sánchez.

- Viajemos al pasado -


Es el año 1826, apenas 5 años después de la declaración de independencia de Costa Rica. Don Juan de la Rosa Sánchez Romero, un conocido comerciante del valle central de Costa Rica,
se levanta a las 4 de la mañana para emprender su primer viaje desde la meseta central hacia el puerto marítimo en la costa del Pacífico.
No viaja como pasajero, sino como dueño de la caravana de carretas de bueyes que conforman su nuevo emprendimiento: la logística del café.

El viaje fue largo, agotador, peligroso y la definición de aventura. Tardaron unos 6 días sólo en llegar al puerto marítimo de ida, y luego otros 6 días en volver a su casa en el entonces pequeño pueblo de Heredia (ahora, la pequeña ciudad de Heredia, un anexo urbano de la capital, San José). Primer viaje de ida y vuelta completado; gran éxito.
El Sr. Sánchez Romero comenzó así a convertirse en un consolidado transportista del frijol dorado, un proveedor de bienestar para su familia y su pueblo, y un tipo honesto y puro de corazón.

Se convirtió en un nombre de confianza para el transporte del preciado frijol dorado para importantes productores y molineros de su época.
Tuvo más de un puñado de hijos, muchos de los cuales murieron a temprana edad; males comunes de la época. Pero entre sus queridos hijos, Julio, el mediano, nacido en 1862, destacó entre todos ellos como mano derecha de su padre y sucesor en el negocio.

Julio Sánchez acompañó a su padre desde temprana edad en sus múltiples emprendimientos cafetaleros y creció hasta no sólo suceder a su padre en su negocio, sino transformar ampliamente el negocio de un simple modelo de transporte en carreta de bueyes hasta convertirse él mismo, nada menos que con puro sudor humano, en el mayor y más reconocido productor de café de Costa Rica.



El comentario dice:
" Las costumbres patriarcales de 'El rey del café' (Don Julio Sánchez) que hacen de su hogar una extensión del hogar primordial. No impiden avanzar en el siglo hacia el perfeccionamiento de los medios de trabajo. Es uno de los más entusiastas defensores de la civilización y, todo lo que el hombre inventa para simplificar y agilizar el trabajo, lo adopta."

Villa Emilia, la casa de Don Julio Sánchez en Heredia y donde nosotros, la generación actual, vivimos hasta hace poco.



Nos lo cuenta Cañas Marín, uno de los mejores historiadores del país:

"Julio Sánchez levantó el mayor imperio cafetero que vio Costa Rica. Exportaba más de 20000 quintales al año. Sembró más de 2000 hectáreas de la planta. Construyó y puso en marcha 7 molinos. Los molinos eran maravillas tecnológicas de su tiempo, utilizando lo último en conocimiento humano para sacar lo mejor de los granos. Afinó sus conocimientos de producción para seleccionar mejores frutos y aumentar la calidad de la taza, hasta alcanzar un precio superior para su famoso café en los mercados europeos más exigentes. Incursionó en la ganadería, comenzando a trabajar en un terreno de casi 15000 hectáreas en la zona central de Guanacaste, que, primero se convirtió en una gran empresa ganadera y posteriormente, tras su muerte, sus hijos convirtieron en la finca cañera más impresionante del país. Adquirió tierras en lugares inaccesibles, y viajó muchas veces solo, porque nadie se atrevía a acompañarlo, sembró esas tierras y llevó trabajo y prosperidad por donde pasó. Todo lo que hizo lo hizo con un concepto social-cristiano, involucrando a su mano de obra en un sistema paternal de salarios por encima de lo justo, vivienda y atención médica personalizada y familiar."

" Ya no hay, costarricenses así..." escribió célebremente Jacques Sagot, uno de los más altos intelectuales y deliciosos virtuosos musicales de Costa Rica.


Don Julio Sánchez Lépiz, el rey del café.
Nuestro abuelo y bisabuelo.



Bueno, eso es porque el Sr. Sagot no conoce a nuestro fundador, Juan Manuel Sánchez, nieto de Don Julio y portador de la antorcha.

Siempre inspirado en la persona histórica de su abuelo, Don Juan, como nos referimos a él con tanto cariño, es tan fuerte, audaz y visionario como su abuelo. Ha dado forma al rostro de la cultura cafetera costarricense a través de la innovación constante y el compromiso con la excelencia. Construyó la finca Santa Anita en el año 2001 y ha establecido su propia marca de café especial impecable, justo, apasionado y delicioso en todo el mundo.

Se le otorgó la medalla al mérito cafetero en 2019, el más alto reconocimiento que una persona puede obtener en el sector cafetero costarricense, por su insuperable trayectoria y logros, legado y visión hacia la cultura cafetera costarricense.

Así que, qué viaje hasta ahora, finalmente volvemos a la historia actual.

Santa Anita está ahora en manos de la 4ª y 5ª generación de productores de café, con la familia de don Juan Manuel también al frente de la operación y con hambre de progreso, con esa insaciable inclinación por impulsar lo que significa ser un productor de café como la base de la visión del negocio, creando más, historia y más historias con cada cosecha que pasa.

Más imágenes del archivo fotográfico de la familia. Trabajo de principios del siglo XX en los patios de secado.